Gestión ambiental y de los recursos hídricos en tiempos de COVID-19
- julio 19, 2021
- Publicado por: City Academy by Vikua
- Categoría: Eco-tecnología

Gestión ambiental y de los recursos hídricos en tiempos de COVID-19

Escrito por Carlos Narvaez
Durante la pandemia y la emergencia sanitaria del COVID-19, los temas ambientales han adquirido relevancia a nivel global. En muchos países del mundo y de Latinoamérica ha sido necesario asegurar el funcionamiento de servicios básicos en materia de salud, seguridad y bienestar socio económico, aspectos que son esenciales para la vida cotidiana de los ciudadanos que habitan las principales áreas urbanas o municipalidades a nivel mundial. Para velar por el cumplimiento de estas actividades durante la emergencia sanitaria, ha sido indispensable la gestión ambiental en el manejo de residuos sólidos, así como las acciones dirigidas a la descontaminación, el abastecimiento, la depuración, la conducción, la potabilización y el saneamiento de los recursos hídricos.
De allí surge la importancia de que muchas municipalidades y gobiernos asuman la gestión ambiental durante y después de la emergencia sanitaria del COVID-19 como una política pública orientada a resolver, mitigar y/o prevenir los problemas de carácter ambiental, con el objeto de lograr el desarrollo sostenible.
El aprovechamiento y la planificación del agua son temas que deben estar implícitos en el concepto de desarrollo sostenible y resultan fundamentales para la gestión ambiental en los territorios, el desarrollo socio-económico, la generación de energía, la producción de alimentos, el mantenimiento de los ecosistemas y la supervivencia de los seres humanos (ONU, 2016).
Por ello, la gestión integral del recurso hídrico debe constituir un tema prioritario en la implementación de políticas públicas por parte de los gobiernos mundiales en sus diferentes escalas, tal y como lo ha venido reconociendo la Asamblea General de las Naciones Unidas desde julio de 2010 hasta nuestros días:
“Es un derecho de todos los seres humanos a tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona y día) y que sea segura, aceptable y asequible (el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar), y accesible físicamente (la fuente debe estar a menos de 1.000 metros del hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos)”.
Asimismo, la Agenda 2030 en su objetivo 6, “Agua limpia y saneamiento”, considera imprescindible para la vida en el planeta “garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos”, ya que la escasez de este recurso afecta a más del 40% de la población mundial, lo cual pudiese incrementarse de seguir el escenario actual, con el aumento de las temperaturas globales producto del cambio climático (PNUD, 2016). Asegurar el agua potable segura y asequible de forma universal, implica llegar a más de 800 millones de personas que carecen de servicios básicos y mejorar la accesibilidad y seguridad de los servicios por más de dos mil millones.
Escenario del Agua a nivel mundial
Algunos datos que hay que considerar antes de la pandemia del COVID-19:
- 2,1 billones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura (OMS/UNICEF 2017).
- 4,5 billones de personas carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura (OMS/UNICEF 2017).
- La escasez de agua ya afecta a cuatro de cada 10 personas (OMS).
- El 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua (UNISDR).
- El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas (UNESCO, 2017).
- El estrés hídrico afecta a más de 2 mil millones de personas, y se proyecta que esta cifra va a aumentar.
- El mundo ha perdido el 70% de sus zonas húmedas naturales en el último siglo.
Situación en América Latina
En América Latina y el Caribe, los servicios de abastecimiento de agua potable y saneamiento no son un tema resuelto. A pesar de que existen mejoras de los servicios de agua en la región según BID (2016), más de 13 millones de habitantes urbanos no tienen acceso a fuentes mejoradas de agua y casi 61 millones a instalaciones mejoradas de saneamiento. Esta situación se agrava para sectores rurales.
De acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030, existen brechas importantes para lograr el cumplimiento de los mismos. Solo el 65% de la población de la región tiene acceso al agua potable y 22% al saneamiento de este recurso. Asimismo la calidad de las aguas suministradas, como es el caso de Venezuela, no cuenta con los parámetros de calidad para el uso de abastecimiento humano, según lo establecido en las normas o leyes de cada país.
Otro aspecto que se debe considerar, es la continuidad del servicio de abastecimiento. Según BID (2016), de 16 ciudades evaluadas sólo un 19% tiene un abastecimiento promedio superior a 22 horas, y un 56 % tiene uno de más de 12 horas. En México se destaca que “sólo el 14% de las viviendas recibe agua todos los días”. En Venezuela, específicamente en el Área Metropolitana de Caracas, los sistemas de tuberías pasan más del 70% del tiempo sin agua, mientras que durante el mes de junio, los caraqueños solo recibieron 58,9 horas de agua semanal promedio (Armas, 2020).
La estrategia que deben ejecutar los gobiernos en América Latina en el corto, mediano y largo plazo es implementar políticas públicas dirigidas a mitigar los efectos de los déficits existentes en cuanto a cobertura como calidad de servicio a los consumidores. Otro aspecto que se debe considerar es la necesidad de asegurar la disponibilidad del recurso en las fuentes abastecimiento, considerando factores como: Estrés hídrico y adaptación al cambio climático, cambios de uso del suelo y degradación de cuencas, incremento de las demandas y el control de los patrones de calidad de las fuentes primarias. Ambas estrategias obligan llevar una gestión integral del recurso hídrico, durante y post COVID-19.
Gestión integral del recurso hídrico
La gestión integral del recurso hídrico se puede definir como un proceso que tiene por objeto promover el aprovechamiento y el desarrollo coordinado del agua, el suelo y sus recursos naturales asociados, con el fin de maximizar los resultados económicos y el bienestar social de forma equitativa, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales (WWAP, DHI Water Policy, PNUMA-DHI Centro para el Agua y el Medio Ambiente. 2009).
Debe orientarse, entonces, a maximizar de forma equilibrada los beneficios sociales, económicos y ambientales (sustentabilidad ambiental) que se derivan de las actividades relacionadas con el aprovechamiento del recurso hídrico; asimismo debe controlar y mitigar los efectos adversos que se generan del uso de este recurso, de modo de garantizar el bienestar humano, sin comprometer las capacidades o límites del ambiente en el que este forma parte.

La cuenca hidrográfica, representa la unidad principal idónea para llevar a cabo la gestión integral de los recursos hídricos en un territorio. Constituye un sistema de entradas y salidas, donde interactúan los sistemas físicos (recursos naturales) y bióticos (flora y fauna), con los sistemas socioeconómicos formados por los usuarios de la cuenca, sean habitantes o interventores externos a la misma. Se encuentra delimitada por una divisoria topográfica, en la cual las aguas superficiales y subterráneas fluyen a una red natural mediante uno o varios cauces de caudal continuo que confluyen a su vez en un curso mayor o río principal, depósito natural/artificial de agua o directamente al mar.
La gestión del agua debe ser abordada por los gobiernos nacionales en sus diferentes escalas bajo un concepto de integralidad, en la cual se conciba a la cuenca hidrográfica como un sistema en el que la interacción de cada uno de los elementos, subconjuntos y factores que la componen son indispensables para garantizar el desarrollo del ciclo hidrológico y los procesos de producción de agua en cantidad y calidad.
Al respecto Chávez, Dourejanni y Jouravlev (2002), consideran que los cambios de los recursos naturales, especialmente aguas arriba de las cuencas hidrográficas, acarrea una modificación del ciclo hidrológico aguas abajo en cantidad, calidad, oportunidad y lugar dentro de estos sistemas ambientales. Por ello, se puede afirmar que es en el ámbito de una cuenca donde se puede lograr una integración entre la gestión y el aprovechamiento del agua por un lado, y las acciones de manejo, explotación y control de usos de los recursos naturales que tienen repercusiones en el sistema hídrico, por el otro.
Para desarrollar la gestión integral de los recursos hídricos es necesario lograr espacios de concertación entre actores, instituciones y organizaciones que hacen vida en una cuenca hidrográfica y que están vinculados al uso y aprovechamiento de los recursos hídricos disponibles, a través de diferentes momentos:
- Definición de un plan de gestión del recurso, en base a un diagnóstico integral de las principales potencialidades y restricciones de las cuencas y en el que se definan las principales necesidades y problemas que presenten los usuarios y actores que hacen vida en una región.
- Aprobación y consulta local e institucional de los planes, con el objeto de adquirir un carácter legal para su cumplimiento.
- Ejecución de los programas, proyectos y políticas públicas establecidos en los planes de gestión.
- Revisión permanente de los planes de gestión de agua en base al seguimiento de la cantidad, calidad y demandas de los recursos hídricos, así como la posible aparición de nuevos problemas relacionados con el aprovechamiento de los recursos hídricos.
La gestión integral del agua, debe concebirse como un proceso de concertación de actores y de planificación de acciones en forma cíclica, que amerita el seguimiento y control de lo establecido en los instrumentos de planificación del recurso, como en los diagnósticos de conservación de cuencas para la producción del agua en cantidad y calidad.
En la mayoría de los casos las jurisdicciones de los países, estados o municipios, no coinciden con los límites territoriales de las cuencas y por ende, gran parte de las decisiones afectan el ciclo hidrológico, el aprovechamiento del agua y los usuarios que hacen vida en ella. En esta situación las autoridades de agua de los diferentes países, disponen de mecanismos y criterios para la creación de estructuras administrativas por cuencas, las cuales podemos destacar a continuación (Chávez, Dourejanni y Jouravlev, 2002):
- Entidades de cuencas interjurisdiccionales y transfronterizas: Cuando varias jurisdicciones político–administrativas, gestionan y aprovechan un recurso compartido. Es necesario crear mecanismos de coordinación o gestión continua si comparten una obra hidráulica.
- Entidades con funciones de autoridad de aguas a nivel de cuencas: Aumentar la capacidad de desconcentrar o descentralizar las funciones de la autoridad en agua sobre una cuenca para que sean desempeñadas por una autoridad local.
- Entidades con funciones de coordinación y fomento de participación en gestión del agua: Constituyen instancias de concertación y coordinación entre los diferentes actores involucrados en la gestión del agua, ya sean instituciones, entes privados o usuarios.
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